martes, 10 de enero de 2012

Hay martes que llegas a casa pensando que todo te parece inútil
que es agotador hacer que merezca la pena.

Y de repente, entre la cuarta y la quinta divagación existencial (más o menos),
te das cuenta de que quizá no sirva de nada pretender lo ideal en este mundo a contrarreloj
si no te paras para darte cuenta que no está tan mal la vida aquí abajo
porque tenemos, por suerte, una posición privilegiada para ver las estrellas.

Ya está. Ése era el punto de inflexión.
(Nota: atrápalo y no lo sueltes)



No hay comentarios:

Publicar un comentario